Lo dije antes, Alicurá se resiste a desaparecer. Es cierto que sus calles estarán vacías, que lo único que escucharíamos si estuviéramos allí sería el sonido de ese viento patagónico pasando a través de esos álamos ya crecidos. Que por más que buscáramos como si fuéramos antropólogos, hincados de rodilla y escarbando con nuestras propias manos, sólo encontraríamos objetos pequeños, quebradizos de tanto sol y nieve, papeles amarillos, botellas de Coca Cola (cuando estuve en la villa en 2006 encontré una pero ya no podía llevarla para mi museo personal...). Pero Alicurá sigue ahí, en la mente de cada uno de los que atesoramos un recuerdo de ella.
Villa Alicurá volvió a la vida, aunque sea por un ratito, el domingo 14 de noviembre de 2010. Gracias al diario La Mañana de Neuquén, que en la edición del domingo publicó una nota sobre nuestra Villa Alicurá, nos pidieron a algunos una pequeña anécdota y acercaron a mucha gente el recuerdo de un lugar que tenemos algunos locos sueltos y que no nos resignamos a que desaparezca.
¡Gracias La Mañana!, porque al pasar a papel lo que viene desde hace unos años dando vueltas por la red hizo como si todo fuera un poquito más real, para aquellos que no nacimos con una internet ya formada sino que la vimos crecer y que aun necesitamos leer algo real, palpable, libre de caídas de servidor y de actualizaciones de páginas.
Pongo un enlace a la nota:
http://www.lmneuquen.com.ar/noticias/2010/11/14/89709.php
P.D.: Creo alguna vez haberlo hecho, y si no fue así, aprovecho a dar las gracias a Alfredo Bacci, primer visitante del blog y gran ayudante a la hora de aportar recuerdos de la villa.